Gran actor, buen vecino, comerciante, funcionario de clavo y martillo (no de escritorio), amor al teatro, buen amigo de sus amigos, hombre con códigos que trascendían cualquier frontera política. Nos dejó «Pirincho» queda su nombre, su obra y alguna placa de homenaje que lo hacía sonrojar.
Con cuántos te irás a encontrar allá arriba para recordar anécdotas y tiempos compartidos, de brazos abiertos serán muchos quienes te recibirán y no podemos dejar de mencionar a Enrique o al Gato por ejemplo.
Gracias por todo. Buena gira.